Darle al manubrio es una de esas cosas, al igual que cagar, que uno disfruta haciéndolas en la intimidad más absoluta. Lo más natural del mundo y que fuera de ese contexto personal puede convertirse en la experiencia más humillante. Imagínate que por cualquier razón se te pone dura mientras conduces y decides descargar todo el amor que llevas en las pelotas. Te estacionas, abres el quemacocos y empiezas el ejercicio pajeril cuando de repente…
Mis condolencias para el tipo..
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